"Juan estaba vestido con una piel de camello y un cinturón de cuero, y se alimentaba con langostas y miel silvestre. Y predicaba, diciendo:" (Mc 3,6)

11 de junio de 2011

"El enfoque canónico I parte" - Seminario Bíblico por FM Parroquial 105.1




Seminario Bíblico 2011 por FM Parroquial 105.1 "Cómo interpretar la Biblia"
Subsidio 13 – “El enfoque canónico I parte”
 



I ¿Qué nos dice la Pontificia Comisión Bíblica?
 
1. Acercamiento canónico
Constando que el método histórico-crítico experimenta a veces dificultades para alcanzar, en sus conclusiones, el nivel teológico, el acercamiento canónico, nacido en los Estados Unidos hace unos veinte años, procura conducir a buen término una tarea teológica de interpretación, partiendo del cuadro explícito de la fe: la Biblia en su conjunto.
Para hacerlo interpreta cada texto bíblico a la luz del canon de las Escrituras, es decir, de la Biblia en cuanto recibida como norma de fe por una comunidad de creyentes. Procura situar cada texto en el interior del único designio divino, con la finalidad de llegar a una actualización de la Escritura para nuestro tiempo. No pretende sustituir al método histórico-crítico, sino que desea completarlo.
 
Se han propuesto dos puntos de vista diferentes:
 
Brevard S. Childs centra su interés sobre la forma canónica final del texto (libro o colección), forma aceptada por la comunidad como autoritativa para expresar su fe y dirigir su vida.
Más que sobre la forma final y estabilizada del texto, James A. Sanders pone su atención en el "proceso canónico" o desarrollo progresivo de las Escrituras, a las cuales la comunidad creyente ha reconocido una autoridad normativa. El estudio crítico de este proceso examina cómo las antiguas tradiciones han sido utilizadas en nuevos contextos, antes de constituir un todo a la vez estable y adaptable, coherente y unificante de datos diversos, del cual la comunidad de fe extrae su identidad. En el curso de este proceso se han puesto en acción procedimientos hermenéuticos, y ellos continúan actuando después de la fijación del canon. Frecuentemente son de género midráshico, que sirven para actualizar el texto bíblico. Favorecen una constante interacción entre la comunidad y sus escrituras, recurriendo a una interpretación que procura hacer contemporánea la tradición.
El acercamiento canónico reacciona con razón contra la valorización exagerada de lo que se supone ser original y primitivo, como si ello fuera lo único auténtico. La escritura inspirada es ciertamente la Escritura tal como la Iglesia la ha reconocido como regla de fe. A propósito de esto se puede insistir, sea sobre la forma final en la cual se encuentra actualmente cada uno de los libros, sea sobre el conjunto que ellos constituyen como canon. Un libro no es bíblico sino a la luz de todo el canon.
La comunidad creyente es efectivamente el contexto adecuado para la interpretación de los textos canónicos. La fe y el Espíritu Santo enriquecen su exégesis. La autoridad eclesial, que se ejerce al servicio de la comunidad, debe vigilar para que la interpretación sea siempre fiel a la gran tradición que ha producido a los textos (cfr. Dei Verbum, 10).
El acercamiento canónico debe enfrentar más de un problema, sobre todo cuando procura definir el "proceso canónico". ¿A partir de cuándo se puede decir que un texto es canónico? Parece admisible decirlo desde que la comunidad atribuye a un texto una autoridad normativa, aún antes de la fijación definitiva de ese texto. Se puede hablar de una hermenéutica "canónica" mientras la repetición de las tradiciones, que se efectúa teniendo en cuenta los aspectos nuevos de la situación (religiosa, cultural, teológica), mantenga la identidad del mensaje. Pero se presenta una cuestión: ¿el proceso de interpretación que ha conducido a la formación del canon debe ser reconocido como regla de interpretación de la Escritura hasta nuestros días?
Por otra parte, las relaciones complejas entre el canon judío de las Escrituras y el canon cristiano suscitan numerosos problemas de interpretación. La Iglesia cristiana ha recibido como "Antiguo Testamento" los escritos que tenían autoridad en la comunidad judío-helenística, pero algunos de ellos están ausentes de la Biblia hebrea, o se presentan bajo una forma diferente. El corpus es pues diferente. Por ello, la interpretación canónica no puede ser idéntica, porque cada texto debe ser leído en relación con el conjunto del corpus. Pero, sobre todo, la Iglesia lee el Antiguo Testamento a la luz del acontecimiento pascual (la muerte y resurrección de Jesucristo), que aporta una radical novedad y da, con una soberana autoridad, un sentido decisivo y definitivo a las Escrituras (cfr. Dei Verbum, 4). Esta nueva determinación de sentido forma parte integrante de la fe cristiana. Ella no puede, sin embargo, quitar toda consistencia a la interpretación canónica anterior, la que ha precedido la pascua cristiana, porque es necesario respetar cada etapa de la historia de salvación. Vaciar el Antiguo Testamento de su sustancia sería privar al Nuevo Testamento de su enraizamiento en la historia. (Pontificia Comisión Bíblica, “La interpretación de la Biblia en la Iglesia”, I, C, 1)
 
II  La Biblia es un tesoro de fe
 
La Biblia se formó progresivamente a lo largo de siglos. Al redactar los escritos, los autores sagrados tomaron diversas tradiciones, de manera que la mayoría de los textos son obra de más de un autor. En esto, podemos distinguir dos grandes etapas generales en la inspiración de la Sagrada Escritura:
 
1)    La proclamación oral hecha por poetas, profetas, apóstoles, predicadores, narradores épicos, etc.
2)    La edición hecha por redactores, escribas, evangelistas, etc. desde su visión teológica y con sus comentarios.
 
El Pentateuco p.e. es una extensa composición con diversos géneros literarios, muchos de sus textos son originariamente independientes.
 
Entre estas fuentes podemos encontrar “El libro de las guerras del Señor” Por eso, el Libro de las Guerras del Señor habla de «...Vaheb en Sufá, y los torrentes; el Arnón, con sus afluentes, que se extiende hasta el territorio de Moab...». (Números 21, 14-15) acá la expresión “libro” (heb. sefer) se refiere a un documento escrito.
 
También podemos observar el poema sobre la caída de Moab: Por eso los poetas recitan: «¡Vengan a Jesbón! Que sea reconstruida, que sea restaurada la ciudad de Sijón. (Números 21, 27) se atribuye a cantantes de baladas (heb. moshelim)
 
En el NT la formación de los Evangelios canónicos comenzó con el recuerdo de las palabras de Jesús y sus acciones transmitidas por los servidores de la Palabra: “Muchos han tratado de relatar ordenadamente los acontecimientos que se cumplieron entre nosotros, tal como nos fueron transmitidos por aquellos que han sido desde el comienzo testigos oculares y servidores de la Palabra.” (Lucas 1,1-2). Así es como surgen las versiones evangélicas de Marcos, Mateo, Lucas y Juan siendo un testimonio perenne de la diversidad de tradiciones cristianas.
 
Asimismo, san Pablo también evoca estas tradiciones orales: Lo que yo recibí del Señor, y a mi vez les he transmitido, es lo siguiente: El Señor Jesús, la noche en que fue entregado, tomó el pan…  (I Corintios 1, 23) Acá vemos como san Pablo hace referencia a una tradición apostólica que él considera como “del Señor” ya que no estuvo presente en la Última Cena. Les he trasmitido en primer lugar, lo que yo mismo recibí: Cristo murió por nuestros pecados, conforme a la Escritura. Fue sepultado y resucitó al tercer día, de acuerdo con la Escritura. Se apareció a Pedro y después a los Doce. Luego se apareció a más de quinientos hermanos al mismo tiempo, la mayor parte de los cuales vive aún, y algunos han muerto. Además, se apareció a Santiago y de nuevo a todos los Apóstoles. Por último, se me apareció también a mí, que soy como el fruto de un aborto. (I Corintios 15, 3-8).
 
Lo mismo podemos constatar en otras cartas apostólicas (II Pedro 1,12; II Juan 5-6; Judas 3).
 
Entonces, resulta claro que en la Biblia existe un gran depósito de materiales tradicionales atesorados por una comunidad de fe. En donde se produce una interacción virtuosa entre la herencia del pasado y las realizaciones del presente. Esas tradiciones configuran en gran manera a la comunidad de fe y la comunidad reinterpreta y reformula los materiales recibidos en forma tradicional sin alterar su esencia. Por eso, podemos decir que el Pueblo de Dios y las Escrituras han crecido juntamente.     
 
Preparado por Mauricio Shara en base a la siguiente bibliografía:
Texto bíblico de la traducción argentina “El Libro del Pueblo de Dios”
Armando J. Levoratti, “Cómo interpretar la Biblia”, Comentario Bíblico Internacional católico y ecuménico para el siglo XXI, Navarra, Verbo Divino, 2005, 28
Pontificia Comisión Bíblica, “La Interpretación de la Biblia en la Iglesia”, I, C, 1

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